domingo, 17 de septiembre de 2017

*
«El demonio en mi mochila»

Iba yo por allí, ebrio y fantástico. Y el diablo en mis hombros se reía de mí a carcajadas. Haz esto, muchacho, haz lo otro; mugre, mugre, ¡a ese, a ese! Estallaba en carcajadas bestiales. ¡A ESE! ¡A ESE!¡VAMOS, MUGROSO, A ESE! ¡RÓMPELE LA NARIZ! ¡VAMOS, VAMOS, VAMOS! Yo le seguí la fiesta tímidamente, le reía las gracias, pero negaba con la cabeza. No, hombre; no, eso no está bien, eso no lo puedes hacer. No, tío; no, que me vas a meter en un lío...¡Vamos, mugre, haz algo por tu vida; haz alguna locura! No es el momento... ¡Venga no seas un mariquita! Vale, vale, a ver qué se me ocurre, ¿me mato? ¡No, no, no, no, no! ¡Por favor, no seas imbécil! ¡Si te matas ahora se acaba toda la fiesta! Bueno, bueno, vale... Pero él no se detenía y su locura iba en aumento. Susurrándome las cosas más sucias de toda la existencia. Tentándome a caer bajo su dominio y obedecerle.

  Y yo, casi vivo, caminé con los hombros caídos y el rosto desencajado. Pisando larvas cavernosas. Maldiciendo el clima. Odiando a toda la humanidad. Muriéndome, caminé con la cabeza alta, con los ojos tristes y los labios rotos. Pisando baldosas sucias, maldiciendo mi vida, sintiendo pánico y miedo de toda la raza humana. Cadáver, caminé con los ojos en blanco, repitiendo una oración macabra en mi cabeza, vociferando que odiaba todo el Mundo; la gente, el clima, el tiempo; blasfemando el nombre de Dios, maldiciendo mi sangre, mis tobillos, toda mi estirpe. Y, casi muerto, caminé entre espasmos y risas nerviosas, con los hombros en alto, la cabeza en blanco y los ojos negros de odio y agonía. Con los labios ensangrentados y los párpados caídos. Con un leve movimiento en mis rodillas, parecía que unos hilos me llevaban por caminos inescrutables y en medio de todo ese caos, noté un bulto en mi espalda. Unos pies negros y bestiales sobre mi pecho y una mano huesuda que me pellizca cariñosamente la mejilla y se ríe de mí.

  Logré gesticular torpemente una sonrisa infantil. «Vamos, mugre» me dijo, «vámonos de aquí, que ya estás preparado», ¿para qué? Le respondo. «Estás preparado para ser eterno, ¡hijo de la bestia!». Yo no quiero nada de eso, amigo, sólo quiero ser menos infeliz... Se descojona vivo. Estalla en lágrimas de sangre y saliva famélica. Se mea encima. Salta de mis hombros para caer al suelo y rodar varias calles abajo. Resuena toda la calle. Veo la luz de la luna contorneándose. Levanto la mirada. Y escucho en mi cabeza una voz fina, acaso un hilo angelical: «No, F*, no». Pero el espectro destella frente mío, pegando su frente roja en mi frente. De golpe todo se queda mudo. Nadie respira, ni siquiera yo.
  ¡HABLA! Grito.
  «No, F*, no. Luego no podrás...».
  «¡CÁLLATE PUTA BASTARDA, ASQUEROSA HIJA DE PUTA, ESCORIA INMUNDA, VÓMITO ALCOHÓLICO!» chilla el espectro y me abraza. Desliza sus manos por mi espalda y masajea mis nalgas. Después pasaron muchas cosas por mi cabeza. Y comprobé que me sentía terriblemente enfermo. Y...

Arranqué las orejas
de las vírgenes sagradas
del amor universal.
Y allí, heme yo,
jactoso y vicioso,
presa de la más
enorme indolencia
sepulcral.

Quería coger
como una bestia,
era un animal.
Estoy celo.

Y el cielo
me vomitó
toda la tragedia
del mundo inexistente
Y deambulando cansado
por las indeterminaciones
de la gran ciudad.
Noté el vacío.

Con el dolor en los párpados
y la agonía
en la punta de la lengua.

El único nudo
en la garganta
que conozco
es el de la soga
definitiva.

Deposité un poco
de mi alma en cada rasguño
de mis puños.

Mis dientes tienen
marcas oscuras
por morir tanto.
El cuello me pesa.
que en cualquier momento
me voy a desplomar.

Y sin embargo,
no hago nada.
Me limito
a observarme
mientras
mi sangre fluye
y mi pecho
se agarrota.
No estoy solo.

  «A mi muchacho lo dejas quieto, eh puta». El hilo de voz se rompe. El demonio se pone a danzar con salvajidad, sujeta su gran falo rojo y lo menea. Abre la boca y veo almas jóvenes y adoloridas en su interior. ¿Qué es eso? Le digo. «¿Esto? Muchachito mío; eso es mi colección».

  ¿Me quieres tener allí? Le pregunto. «Claro que te quiero tener allí; mi vida, pero te me resistes». ¿Me quieres muerto, canalla? «Me encantaría tenerte muerto y agonizando en mi interior, nene». Pues, grandísimo hijo de puta, ven a por mí. Basura, te voy a reventar la boca. Te voy a hacer añicos. Todavía tengo los puños vírgenes y la rabia resuma de mi hocico. ¡Estoy más vivo que La Muerte, mala puta! ¡Escoria de mierda! ¡Ven a por mí y te desgarraré con los dientes! ¡Soy una bestia!

  El espectro ríe histérico. Se jacta vicioso. Empieza a mover la cabeza de un lado a otro, sus cuernos crecen y su boca sonríe golosa y grotesca. «Por eso mismo, nene, por eso mismo no puedo tratarte como a los demás». Le miro con los ojos rojos y la espalda erizada. «Si quisiera matarte podría; te haría enloquecer, perder la cabeza; ahogarte en tu propio vómito mientras duermes; asfixiarte con mis manos mientras estás de pie reventarte una vena en la cabeza, romperte la columna vertebral con un inesperado accidente de tráfico». Y añadió: «Si no te mato, muchacho, y entiéndelo bien, es porque tienes potencial». Quedo callado.
Y dice: «Y eso me la pone tiesa».

  He visto a Dios a los ojos y no me he quedado ciego. He visto a mi demonio reflejado en una ventana y no me ha espantado. Sigo de pie, mareado, pero sereno. He visto cómo me rompían el alma mil muchachas pelirrojas y no he dicho nada. He visto cómo se desvanecía el amor de mi madre y me he mordido la lengua. He visto cómo me clavaban navajas en el estómago mis propios hermanos y no se los he reprochado. Me he visto a mí mismo en el Infierno ardiendo y jadeando por todo el dolor de la especie y me he reído de mí. Hasta me he señalado con el dedo y he dicho entre carcajadas que ese de allí soy yo. He visto los ojos más crudos y malditos de toda la Historia de la Humanidad y no he muerto. Después me he alejado del espejo. Eran mis propios ojos. He sentido el odio de todo el mundo en un instante frágil, y aunque mis piernas temblaban mi espíritu se encendía, he apretado los puños y les he dicho claramente que sería una pelea justa. Sin trampas. Uno a uno. Si queréis venir a por mí, venid; pero uno a uno. Sin tonterías.

  Me he emocionado al verme enloquecido en medio de la calle, hablando con la nada, mientras una mancha de sangre chorreaba de mi frente. No sé cuando le he pegado un cabezazo a un muro amarillo que estaba a mi lado. Pero allí también hay una marca roja. Me froto la frente y veo que tengo la herida abierta. Parece un signo. Parece que el demonio me ha besado la frente. He despertado de golpe y he recobrado la consciencia. He respirado hondo. He lanzado la mochila lejos y me he sentado en una banca. Mis manos tiemblan y me laten los labios. Noto un sabor metálico en la boca, empiezo a sudar frío y me quedo de piedra. A mi alrededor: la nada. Cerca de mí: la noche. En mi cabeza escucho mil voces guturales que se jactan de haberme vuelto loco. Debo tener la cabeza fuerte, me digo. Me seco la sangre de la frente. Tiemblo asustado. Esto no es normal.
  Junto las manos, intento rezarle algo a un Dios que es sordomudo. Padre nuestro... Cielos... Los Infiernos arden en la carretera. Otra vez, otra vez. Padre nuestro... Cielos... ¿Por qué me has abandonado? No, mierda, F* concéntrate. Padre nuestro que estás en los cielos, ¿qué haces allí tan solo? ¿Qué hace una deidad como tú en un lugar como éste? Me río, al menos soy un imbécil con sentido del humor. Recojo la mochila, camino hacia casa. Subo las escaleras. Siento un ardor extraño en la boca del estómago. Como si alguien hubiera metido un puño por mi boca. Siento arcadas. Toso hiel y sangre. Me muerdo un nudillo.

  Me precipito al baño. Entre lágrimas y escozor ocular me he visto con las rodillas clavadas en el suelo. Estoy muriendo en este instante. Y con el sarcófago a mis espaldas he abierto la boca y he vomitado una gran mugre marrón. Leche en descomposición, proteínas nutritivas. Gritándome al abismo del acueducto tecnológico. Y con los ojos desorbitados he depositado toda mi alma en ese orificio. He notado algo extraño. Alguien me cogía de la frente y me susurraba que tuviera cuidado, que me haría daño. No le he prestado atención, he apretado mi garganta con las manos, y pese a que él ha intentado detenerme me he dejado llevar.

  Susurrándome a la oreja: «Eso es, criatura mía, échalo todo; así habrá más espacio para mí». Y con las últimas gárgaras sangrientas me he visto con las venas de los ojos rojas y excitadas, los párpados hinchados y el rostro magullado. Después, el espectro se ha reído de mi fragilidad humana y me ha dicho que primero las damas. Le he llamado sucio maricón. Se ha reído, que no hará mucho alboroto, que allí pertenece. He abierto la boca y me he puesto como Jesucristo, le he dicho entre risas: corrompe mi carne, y bebe mi vino. Le ha hecho gracia. Me ha dado un bofetón. «No tomarás en burla el nombre de Dios». Cállate puta, le he gritado. Me ha sonreído y se ha frotado las manos.
  No me he lavado la boca, he tragado los restos de la masa marrón y me he mojado la cara. He intentado aclarar mi garganta, y mientras lo hacía notaba cómo mi voz se iba difuminando. Y de mi propia boca brotaba toda la estirpe maldita de la existencia. Mi voz no sonaba. Mi voz ya no era.
  Y su dominio se hizo inapelable. Y en mi estómago ardió el Infierno. Y de mi pecho resopló el odio, y en mis ojos una marca oscura me señalaban. Y de mi existencia sólo una evidencia: yo, estaba, muerto.
  Y sé, con tanta certeza que me hace enloquecer, que llevo al demonio en las tripas. Y eso no me desagrada.


*
«Vida agramatical»

Veo mi vida en cámara lenta, el mundo gira desorbitado, el abismo me susurra al oído que le gustaría sentir mi carne contra el musgo de la muerte, el cielo chilla histérico y famélico; los muchachos de mi generación buscan drogas de diseño, amores platónicos y salvajes, tristezas de oro, medallas al sufrimiento, agonías por la vida. El cielo se nubla, el sol se ha muerto. El abismo está cada vez más cerca; no quedan héroes, no quedan santos, no queda nadie. El mundo es un lugar muy vacío.


*
«Figuras rojas, salvajes y carnales anidan en mi cabeza exterior»

I.

Hoy
mi alma llora
cucarachas momificadas
Mi mundo se desmorona
entre aplausos fálicos
Yo en pie y asustado
Tambaleándome muy agitado
Mantengo el equilibrio pobremente
Para caer en el mismo agujero de siempre
No queda ni una sola gota de empatía
No queda empatía en el mundo entero
Hoy me he despertado suicida
Sin ninguna contemplación por mi vida

Comprendo el vacío de mi pecho
Me retuerzo en el fango de la ciudad
Entierro mis pies en la hero-mugrosidad
Me hundo hasta el cuello
Con gesto de incertidumbre
Mil hombres muertos caven en mi alma
Mis ojos están pegados al abismo
Lloro sangre desesperada
Nadie me puede perdonar
Ni dios, ni madre, ni El Hombre

Me mata haber llegado a este punto
Me mata ser tan simple y febril
Desde aquí huelo la odisea carnal
El mundo es ingrato conmigo
De una manera inexplicable
Sólo soy un esperpento muy frágil

Yo en invierno y miseria,
sumido en el vórtice de la hiedra
Ellos alegres y festivos
en orgías grotescas y de carnaval

No hay paz para alguien como yo
No hay amor
para sujetos que caminan como yo
No hay hogar
para un huérfano que parecen ser yo
No tengo refugio humano
en el que pueda depositar mi entero yo

Ayer me desperté con el cuchillo en la mano
Me miré desde la inmensidad del techo
Abominable hu-mano
Y me pregunté muy en serio:
¿Será hoy el día?

Tuve eternas pesadillas demoníacas
Oí voces de inframundo
Gritos angelicales pero torcidos

Me desperté del sueño con la convicción funeraria
¿Será hoy el día, muchachito mío, será hoy el día?
Ojalá... padre, mío; ojalá, madre mía

Me siento descompuesto
Perdido en mi propio gesto
No tengo fuerzas para trasnochar
No tengo espíritu para gritar
Soy una abominable decepción
No tengo ningún hogar

Me veo en toda la solitaria multitud,
triste y abandonado
Como una caja vacía
de cigarrillos asfixiados

Me falta corazón,
no hay tripas,
no tengo ninguna ambición

Intento convencerme
de que mi vida no es tan horrible
Simbolizo una mueca de risa en mi rostro
Finjo una pequeña carcajada
Y aúllo un lamento
Ni si quiera sé fingir

Al menos, me digo,
tengo sentido del humor
Al menos, me digo,
me puedo reír de mí mismo

El cielo se ha vuelto un infierno,
y el Infierno ha desaparecido
¿Cómo sobrevivir a algo tan abominable?
Quisiera ser un demonio infernal
Quiero llorar como un bebé,
pero no puedo
Soy demasiado inservible
Mi mundo se desvanece entre mis dedos
No existe nada para mí
Ni siquiera rechazo, asco, o miedo

Mi alma sostenida de un acantilado
Estoy pendiendo de un cartílago misterioso,
con la boca rota y ensangrentada,
sujetándome de mi propia mandíbula,
en cualquier momento, lo sé,
en cualquier momento
voy a caer

Y a nadie le va a importar
Ni siquiera a mí mismo

Estoy rodeado de tantos extraños
Dónde estás Dios cuándo se te necesita
Madre
¿por qué me has abandonado?
Nadie
Nadie
Nadie
...

II.

Intento recuperar la cordura,
pero es imposible

Estoy histérico y agresivo
Violentamente tranquilo
Quisiera reventarle la cara a alguien
Algo de falsa satisfacción
Quisiera dejar de ser alguien
Algo de falsa tranquilidad
Quiero ver sus dientes
esparcidos por el suelo
¡Yo no tengo salvación!
¡Yo soy el odio eterno!

Y a lo lejos,
entre carcajadas feroces,
figuras rojas,
sudorosas
y ardientes,
practicando
el más sincero
coito

Me lo habéis arrebatado
todo a mí
No me queda nada
No me queda nadie

Sólo me toca
Esperar
Y

Sufrir


*
«Y este también»

Después de semejante porquería
Surge de lo más íntimo de mi estirpe
Un deseo arrebatado y salvaje 
De ver el mundo arder

Quiero:

Romperlo todo
Quemarlo todo
Viciarlo todo

Quiero que en medio del océano
no haya vida
Sólo sal

Quiero que en medio del mundo
no haya gente
Sólo enajenados suicidas

Quiero que vuestros hijos sufran
terribles agonías
Podridos en miseria

Quiero que los dueños de vuestro corazón
os traten como mierda
Os hagan daño

Que mil hombres-demonio
Violen vuestras almas
Ensucien vuestra salud
Hieran vuestro «yo»
Que no quede consciencia 
Que no haya humanidad

Quiero que vuestra vida
Sea infierno
y tortura
Vuestros días
tragedia 
Y lamentos

Ser el espectro negro
que sujete vuestras
frentes humanas
Y con toda la rabia
y el repugnante rencor
de mi pecho tóxico
Hacerles vomitar

Quiero estropearos
el sabor de la boca

Quiero que no quede nadie
en los que podáis refugiaros

Morid en las guerras
Morid de pie
Morid en vuestro sofá
Morid en la calle
Morid en medio de la nada

No hay Dios para los mortales
Ni Patria para los débiles
Ni siquiera Madres para los fieles
No tenéis a Nadie
Ni siquiera a nadie

Porque os prometo con toda
la sangre violeta de mi cuerpo
Que os odio
a uno y a cada uno
de vosotros

Os quiero hacer trizas
Reducir a la nada
No sois dignos
de vuestro
vapor interior

Porque yo:

Odio a toda la especie humana
Odio cómo miráis el cielo
Odio cómo camináis
Odio cómo os sentáis
en los vagones del metro

Odio todo lo que sois
porque sois todo
lo que siempre
he querido
ser

Odio que vuestras almas estén vivas

Odio que vuestro corazón aún lata

Odio que el cielo os contemple como
criaturas magníficas

Y odio que no sintáis ni un ápice
de lo que yo siento por el mundo


Vosotros sois miserables insectos
en medio de un mundo para demonios

Y aquí el único que está a la altura
soy yo

Y aquí el único que sería capaz de matar a su propia sangre
soy yo

Y aquí el único que se mantiene de pie; y salvajemente rojo,
colosal, inmenso, gloriosos, titánico, y absoluto 
soy yo

Aquí el único que se mea en el Cielo,
y escupe al Infierno
soy yo

Porque si algo
soy yo

es

puro

odio


Si algo siento
yo
son las llamas del Infierno
rozando mis nudillos


*
«Éste de aquí soy yo»

Soy
y aquí estoy
No soy nada
No soy inmenso
No soy nadie
No tengo nada

Estoy perdido
Soy frágil, auxilio y dolor
Soy demasiado infeliz
soy demasiado humano

Para mí no hay perdón de Dios que valga, tampoco palabra alguna que me regocije. Para mí no existe la fe, ni las esperanzas, ni la sospecha de algo bueno. No tengo paz. No me queda nada en este mundo a lo que aferrarme. Todo me daña. Todo me mata poco a poco. Me intoxica el propio aire que respiro. Me enferma la gente que frecuento. Mi propio reflejo, los mismos ojos míos me aniquilan sin ningún tipo de contemplación. Estoy muriendo. Y si es que me mantengo de pie y sigo cuerdo no es por fuerza de voluntad o grandiosidad espiritual. De ambos carezco. Ni voluntad, ni deseo, ni impulso: la más ardua mimetización con el mugroso pavimento mundial. No hablemos de algo que perdí hace poco, no hablemos de espíritus y almas que me deprime demasiado.

Y la verdad es que si sigo en este mundo es sólo por un capricho biológico. Tengo dos brazos que me sujetan del abismo, me sujetan a mí mismo del abismo que soy yo. Me quedo de piedra en un rincón de la habitación, escucho música antigua, pienso en los ojos puros de mi hermana, en la mirada de mi papá cuando aún era feliz, en el rostro sano de mi madre, pienso en los días en el colegio cuando nada me afectaba, y también en las pocas ocasiones en las que podía sentir el calor de alguien mientras dormía. Y después me veo aquí mismo. Perjudicado, solo, triste, y con un agujero de gusano creciendo en mis entrañas.

Me doy cuenta de que a veces no siento nada, que estoy vacío. Que sólo soy una caja humana que camina entre el resto como si fuera parte de ellos. Y eso no es verdad, todo es una farsa, y no lo soporto. No hay luz al final del túnel. La caída hacia el pozo no termina en agua. Cadáveres secos anidan en su corazón. No tengo esperanzas en un mundo mejor. No tengo esperanzas en la gente. Ni siquiera tengo esperanzas en mí mismo. En toda al inmensidad de la galaxia no existe ni un ápice de amor. No nos queda nada. No nos queda nadie. Estamos completamente solos y vacíos.

Contemplo mi desesperación con melancolía, la acepto de algún modo. Agarro mi cabeza con mis manos, cruzando mis brazos sobre mi cuerpo. No tengo ni siquiera ánimos para abofetearme y entrar en calor. Resoplo, y resoplo; espero al llanto que nunca viene. Es un coito maldito que nunca termina, es un estado pesado, lleno de pesadumbre humana. Mi cara está inmersa en una mueca infinita. Mis ojos son espectros hambrientos, mi boca una curva fúnebre y mis brazos son las cuerdas que alrededor de mi cuello esperan la señal del verdugo. 

*
«Respetado y querido señor profesor, su clase me suda la polla; o el día en el que me expulsaron de clase por decir la verdad»

Episodio 1
Llego a clase media hora tarde, como de costumbre. El simpático y agradable señor profesor nos cuenta con pasión todo lo que tendríamos que saber sobre el derecho constitucional y los peligros de la injuria pública, que si aquello nos llegase a suceder como futuros abogados o funcionarios del Derecho Español deberíamos estar preparados para la mierda. Porque no sólo la querella era un peligro, sino también la posible imputación penal. Es decir, que podríamos ir a la cárcel sin ningún tipo de contemplación.

Episodio 2
Y yo veía a ese infame funcionario público con otros ojos. Con lujuria. Una lujuria lógica. Si follarse a alguien era violar su cuerpo orgánico; profanar sus agujeros y ensuciar su infancia lejana, follarle la dignidad era un deseo mucho más íntimo y profundo. Y no sólo su dignidad, sino también su carne. Deseaba torturarle. Algún submarino inapelable, amputarle los dedos meñiques de las manos, quemarle la lengua con cigarrillos baratos, acaso romperle las piernas con un martillo de ferretería

Episodio 3
Por lo general no soy una bestia rabiosa, violenta y llena de maldad; pero hace dos días que no había dormido y tenía el mono. Abstinencia de sueño y ultraviolencia. Lo típico.

Episodio 4
Levanto mi mano para responder a una pregunta que había dejado en al aire; y el hombre, lejos de ser eficaz, tardó cosa de quince minutos antes de darme la palabra. Ese acto me enfermó y tuve la convicción de follarme su alma sin ningún tipo de pudor.

Episodio 4.1
El mundo está hecho para los cachondos.

Episodio 5
Algo me decía que estaba errando, pero tampoco le di mucha importancia. Que todo lo que sucedería después sería sin su consentimiento. Pero, por fortuna, estamos en una sociedad que se jacta y llena la boca con la liberté d'expression.

Episodio 6
Iba a dejarle el agujero del orgullo igual que su culo, tan abierto que le iba a costar horrores mantener el equilibrio. 

Episodio 6.1
Y el marica me mira, y me sonríe con esa boca de chupar pollas por dinero. Seguro que era chapero de joven. Sé reconocer a alguien así cuando le veo.

Episodio 7
Sí, joven, diga, diga. Y perdone usted por haber tardado tanto.
No, no, señor profesor, no se preocupe, no hay ningún tipo de problema con todo ello. Entiendo a razones y sé que el patético desarrollo de su explicación requería todo ese derroche de tiempo. Por lo que creo que se excede en los tiempos, y que para tener cerca de sesenta y dos años no sabe resumir nada.

Episodio 8
¿Perdone?

Episodio 9
Nada, hombre. Olvídelo, tonterías mías. Sólo era una pequeña reflexión sin importancia que quise compartir con el resto de la clase. Lo que sí quería decir era que efectivamente, el futuro funcionario público del derecho debería tener bastante cuidado con estos asuntos tan turbulentos. No obstante, lo ideal sería que dicho individuo formara parte de un buffet de abogados que, en todo caso, puedan darle apoyo, tanto económico, como moral, y en cualquier circunstancia. Ya que, es sabido que nuestra profesión es una de las más resentidas moral y económicamente. Y en esta vida, sin respaldo no se puede hacer nada. Ni siquiera pelar un huevo.

Episodio 10
No sé a qué demonios ha venido lo de mi edad o lo de la síntesis de la explicación; pero le digo fuerte y claro que todo lo que usted dice me parece de una falta de respeto increíble por su parte, y creo que...
Nada más lejos de la realidad, caballero. Si algo es cierto, no puede ser una falta de respeto, ni por lo tanto, ofender. Por ejemplo, ese pollas de la tercera fila tiene cierta innegable afición a la comida basura y a la olla casera de su abuela. ¿Llamarle gordo sería faltarle el respeto? Por supuesto que no. Y es más, ¿y si la llamara gordita? ¿Acaso nos encontramos en una sociedad enfermamente hipócrita y machista que no soporta que alguien diga la verdad?

Episodio 11
¡Gorda!

Episodio 12
Qué estupidez más grande, por favor. Para decir ese tipo de tonterías ya tenemos a los periodistas del corazón. Creo, fervientemente, que usted se ha equivocado de carrera. Y ahora, si me disculpa puede..
Bueno, no se resienta tampoco, señor profesor, yo sólo decía... Por cierto, gordita, perdóname el alma por el ejemplo, de verdad que no tengo nada en contra de lo gordo. Por ejemplo, mi polla es bastante gorda y no me supone ningún tipo de problema ético, moral o social. Te digo la verdad.

Episodio 12.1
Muy gorda
Episodio 13
Le repito lo mismo de antes. Para hacer el grandísimo gilipollas puede irse a la cafetería. Además no estará solo, los torpes camareros le harán compañía,; y de paso, ya podría ir haciendo amigos, algo me dice que más pronto que tarde se verá del otro lado de la barra.

Episodio 14
Qué elocuente que es usted, ¡por favor!, qué retórica, qué satírico ha resultado ser el señor de Constitucionales. Tiene un verdadero don para la palabra que ya quisieran muchos políticos. Por cierto, ¿qué hace dando clases en esta infame universidad en vez de dedicarse a la política? No sé dónde leí que usted había escrito torpemente numerosos artículos y ensayos sobre la política española del Siglo XX y XXI. Desde mi punto de vista, y según parece a ojos de todos, a alguien no le han crecido los huevecillos; o quizá, en la más absoluta congruencia, no tienen ningún tipo de talento para la política. 

Episodio 15
Bestia. Eso ha sido la gota que colmó el vaso. Le invito..., no, no, ¡le exijo que se vaya inmediatamente fuera de clase!

Episodio 16
Muy bien, muy bien, usted gana, es un hecho que tiene la sartén cogida por el mango, y yo sólo estoy friéndole unos buenos huevos de codorniz en aceite vegetal extra virgen. Me parece buena idea ir a charlar con Juan y tomarme un café, ¿te traigo uno?

Episodio 17
¡QUE SE LARGUE, MIERDA!
Estupendo, estupendo, ya me voy, pero ¿acaso me está echando de clase sin oír mi última palabra? ¿Acaso está diciendo que la política de esta nuestra Universidad es la de la censura, la violación ilícita de un derecho tan fundamental de la democracia moderna que es una verdadera ofensa hacia nuestros abuelos luchadores? ¿No tengo derecho a expresarme?

Episodio 18

Payaso.

Episodio 18.1
Más bien, bufón.

Episodio 19
Es usted un completo cretino.

Episodio 19.1
Muy, muy cretino.

Episodio 20
Y si se diera el caso en que me fuera sin poder decir mi última palabra, me temo que tendría que, pese a que para nada me agrade la idea, tendría que ir al Decanato y presentar una queja formal por su maltrato, tanto ético como moral. Además, tendría que añadir que me había humillado públicamente, insultándome como si fuera una mierda hedionda y caliente, e incluso vetándome de un derecho fundamental como el de poder decir lo que pienso. No se confunda, amigo, en ningún momento he querido ofenderle, sólo decía... y decía...

Episodio 20
¡Usted no tiene madre!
Terminaré en poco, lo prometo, señor profesor. Le pido encarecidamente que me perdone por los problemas que le pueda haber causado, por supuesto, de ninguna manera he pretendido herirle, ni diezmar su dignidad, ni humillarle, ni nada por el estilo. Sólo quería responder a su pregunta, pero tardó mucho tiempo y se me cruzaron los cables. Soy un inútil sin nadie a quién amar. ¡Por favor, perdóneme! ¡Apiádese de mí! ¡Si no lo hace me pondré a llorar aquí mismo y los de Recursos Humanos creerán que usted ha cometido algún crimen imperdonable! ¡Y se lo juro, para nada querría eso!

Episodio 21
Hable. Pero que quede constancia aquí y ahora, que pese a sus disculpas y su patética dramatización, por mi parte no tiene consentimiento alguno. Y si habla es sólo porque en La Universidad Autónoma de Madrid no se cree en la censura.

Episodio 22
Muchas gracias señor profesor, de verdad, muchísimas gracias. No se arrepentirá, de verdad, se lo prometo por mi vida, y la de mi madre. Le juro que no se arrepentirá nunca de haberme dado esta última oportunidad. Muchísimas gracias, qué gran hombre es usted. Tiene un gran corazón. Me he equivocado por completo con su forma de ver la vida, es usted una eminencia, una deidad, un adonis, un verdadero héroe de la época contemporánea...
¡Hable de una vez!

Episodio 23
¿De verdad que no siente náuseas, asco, o como mínimo, vergüenza al ser usted?
¿Qué...?

Episodio 24
Quiero decir, que si yo fuera usted me pegaría un tiro. ¿Qué clase de chaval quisiera ser como usted en un angustioso futuro? Creo, desde la honestidad más pura de mi corazón, que ninguno. Así mismo, ya que me ha estado insistiendo tantas veces en que dé mi opinión sobre todo este asunto, quiero dejar claro que le estoy diciendo la verdad, y por lo tanto, no tendría por qué haber ningún tipo de represalia.

Episodio 25
Usted, muchachito con mocos, no me evoca ningún tipo de respeto; es más, me da lástima y pena ajena. Con esos ojos de marica egipcia, la calvicie de un hombre perturbado, y la inevitable expresión de ser un pajero matutino. Tiene también esa estúpida manía de decirnos que tenemos que estar en clase diez minutos antes que usted llegue para estar “preparados”, concentrarnos y toda esa vaina. ¿Qué clase de depravado institucional hace algo semejante? Y luego huelo su, miedo, angustia e inseguridad. Y de verdad que lo gozo, señor. No se hace ni la más remota idea. Me pone la polla tiesa. Disfruto tanto viendo su triste vida pasar que a veces siento que me voy a mear encima. Y quiero que no olvide que si vengo a clases es sólo para reírme de sus infortunios. No por escucharle, que de paso, es un ascazo. Es más, suelo imaginarme cómo es su vida. ¿Sabe?

Episodio 25.1
La vida del señor profesor. Capítulo 1.

Episodio 26
Se despierta muy temprano, digamos que diez minutos antes de las seis para lavarse los dientes, los huevecillos, y la calva; le da un beso cariñoso y frenético a su mujer en la frente y le dice con entusiasmo: «Merche, que hoy tengo Constitucionales en la Autónoma, ¡los voy a matar a todos del asco!» Y después desayuna en caliente, el café sin azúcar; por ejemplo, porque así su aliento apesta mucho mejor. Y luego va al baño a hacerse una paja, agarra su prepucio sin circuncidar y se corre por dentro, como una chica, retiene la eyaculación en su polla hasta que la hinchazón disminuye, luego retira el semen sobrante; pero, ojo, se encarga de dejar una fina película de lefa para divertirse en el transcurso del día. Y de vez en cuando mete su mano en los pantalones y empapa sus dedos con la corrida, y acto seguido, lo inhala como si fuera un perfume caro, y probablemente, lo deguste también. De algún modo, todo esto explica por qué va al baño tantas veces seguidas.

Episodio 26.1
El señor profesor es una cerda.

Episodio 26.2
La vida del señor profesor. Capítulo 2

Episodio 27
O también, por el contrario, se despierta diez minutos después de las seis para reírse de nosotros con su hipócrita actitud, se acerca a la infiel de la Merche para darle un beso en la frente, pero ella le retira con la mano, con asco, y le dice que te tienes que lavar el hocico antes de acercarte tanto, que sino te vomita encima. Acto seguido, vas al baño, y te recreas con algunos de tus fantásticos consoladores xxxl último modelo. Y cómo no, ¡por favor! te haces una señora paja. Después te meas un poco en las manos y también juegas con el flujo de tu uretra, forzando la orina para que los conductos de tu polla sientan ese placer inmejorable. Y con esas mismas manos hediondas en acre orina te frotas la cara, porque resulta que también confías ciegamente en que la orinoterapia cambiará tu vida. Desayunas un vasito de leche y otro de orina porque es lo mejor por la mañana. Coges el transporte público y vas a clases a matarnos con tu peste. ¿No te da asco venir tres días seguidos con la misma camiseta? ¿Por lo menos te mudarás de ropa interior, no, hijo de puta? Lo más probable es que no sea así. Lo más seguro es que también creas que ese tatuaje indeleble de orina en tu tanga te ayuda a que el tamaño de tu polla aumente. Y después me preguntas que por qué no estudio otra carrera, pues, es muy simple, señor profesor, porque en Derecho hay tantos esperpentos que da gusto. Fachas maricones, obreros acomplejados con el capital, miseria humana queriendo ser algo más que sólo mugre. No te imaginas lo mucho que me ahorro al no ir al zoólogico. 

Episodio 28
Lo único que sí me ha parecido de mal gusto, cariño, ha sido que por tu maldita inutilidad tardaras quince putos minutos en darme la palabra. Por ejemplo, hace quince minutos tu agonía hubiera acabado; pero no, el señorito tenía que estar quince jodidos minutos contándonos obviedades. Sólo sé que es cierto que usted no tiene ni un ápice de dignidad, ni tampoco amor propio. Y lejos de parecerme una tragedia sólo puedo decirte que no me llores. No me digas que no hay nada más triste que lo tuyo. Porque hay cosas mucho más triste en el mundo que son mucho peor.




Anexo
Después salgo de clase entre aplausos, glorificado, y santificado, libre de pecados. Soy un mártir. Halagos por todas partes, gritos de admiración, palmas que se chocan. Las cachondas de las últimas filas me piden mi número telefónico, los maricas de la segunda me dicen que si me pueden invitar a algo, a lo que quieran, locas mías; los más serios me dicen que envidian mi concentración, descuidad, hay para todos; los más conservadores me miran con gesto de desaprobación, no importa, no importa, probablemente me haya follado a cada una de sus hermanas.


Luego, me sucede algo maravilloso, y me encuentro en los baños de la facultad, recibiendo una buena mamada, teniendo sexo salvaje entre embestidas animales, gastando el nombre de Dios en vano. Después me aseo un poco, me peino la cresta, me estilizo la barba y salgo hacia el centro para ir a La Central a robar libros. Algún libro de autoayuda, me digo, por ejemplo: «Cómo decir la verdad sin sufrir represalias; sus consecuencias y su secreto» del escritor francés Larvaousier Deutchez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario