domingo, 17 de septiembre de 2017

*
«Pussy»

Me gusta que me atrape un paisaje frío de colinas azules sin caminos. Allí encontré a un paseante, y ambos guardábamos silencio. Nos miramos a los ojos al cruzarnos. El honesto y fiero campo, pensé. Unos minutos después, alguien me toca el hombro, me vuelvo, y es él.

¿Lo he hecho bien? –me pregunta, suplicante.

¿El qué? 

¡Ignorarte! ¿Ha sido creíble? Es decir, yo quería pasar de largo como si... 

Espera, espera. ¿Qué te ocurre? Habla con calma, por favor.

¡Nada, nada, ya no te diré nada! ¡Ahora eres un hombre! –dijo, con cara de horror.

¡Eso es injusto! ¡No sé de dónde lo has sacado!

¡Tu mamá, tu mamá sí que sabe!

¡Eh, eh! ¿Qué insinúas?

No lo sé, de verdad que no lo sé, ¿por qué consientes todo esto? –preguntó con expresión de mártir amargo

Y me marché. Exactamente, no iba a consentir que me tomaran el pelo en medio de mi paseo romántico. Al cabo de un rato, me encontré con un campesino que iba cantando extrañamente. Le seguía un perro. Yo les seguí a los dos para acabar de oír aquellas palabras fantásticas.

Tú me sigues, perro negro,
porque te doy tu comida,
yo estoy siguiendo el camino
porque al fondo está mi vida.
¿Y qué es lo que diferencia
tu inconsciencia de la mía? 

Los caminos sin futuro
encienden un caos de hogares,
y allí voy yo: a mi fuego,
junto a mi esposa que arde.
¿Verdad, perrito, que el día
duele y a la vez es aire?

El futuro no me asusta
porque estoy enamorado
de una piedra que sonríe.
¿Y por qué me aterra el canto
de las muchachitas libres?
¿Soy yo mi miedo rezando?

Camino porque no admito
que siempre he estado perdido, 
pero ahora que voy cantando
con esta voz que no es mía
puedo verme el corazón 
dudando entre las costillas:
¿moriré sobre mis pasos?

¡Es tan inmenso el adiós
que me dedican las horas!
¡Es tan frío decir "Sol"!
¡Tengo tanto miedo ahora!
Ya voy viendo que el amor
no es la paz enterradora
que sin cesar me dolió.

¡Es tan fácil renacer
cubierto de pesadillas!
Pero recuerdo otro tiempo...
una joven me quería
en los instantes heridos,
sobre una tierra que aún brilla.
¡Eso sí, eso fue amor,
oh, perrito, eso fue vida,
y no esta enferma familia
a la que, sin alma, voy!

El campesino se había detenido en seco a mitad de la canción. Mantenía ese último "voooooy" y temblaba tanto que parecía estar bailando levemente. Al instante supe que estaba en presencia un exorcismo. Me alejé dando tumbos, con los ojos aún llameantes.

El camino estaba resultando revelador, pero no sé muy bien de qué. Seguí avanzando, y en seguida me empecé a encontrar en mitad de una conversación conmigo mismo.

¿Por qué no te suicidas, colega? Tú tienes madera de suicida, te lo digo yo, eres dulce y oscuro como esa música arabesca que se escurre sigilosamente calle abajo y termina causando derramamientos de sangre. ¿No sería una pureza irresponsable y espectacular? ¿Estimulante? ¿Hidratante? ¿Eh? Pero... tengo muchas cosas que hacer aún. Necesito cambiar este mundo para mejor, por lo menos provocar bondad... ¡pero no adorando astillas, como hasta ahora! Espera. Usted no comprende la naturaleza de mi problema. Todos los infartos están simplificados. Todas las palizas son utópicas. Es lógico temer a la locura cuando las paredes tienen rostros incrustados, y encima todo el mundo llama a eso casa... Todos los amaneceres curiosean por entre mis vísceras y demás húmedos circuitos. ¡Es verdad! ¿Hay algo que pueda hacerse sin recurrir al caos, sin construir un inframundo? ¡Ojalá pudiera amanecer en los intestinos! Echo de menos ser ese niño al que destrozaron. ¿Entonces, por qué no te suicidas, camarada? No sé, no sé. Por otra parte, el querer me agita tan hermosamente y fin... La tempestad. ¿Por qué me agita tantísimo? ¡No me suicido por muchas razones que se derrumban!

Pero qué extraño es este páramo azul. 

¡Quizás somos este páramo azul!

¡Dioses en este azul frío cariñoso!

¿Cuál será la próxima criatura?

Es invierno, no me arrepiento de respirar. Mi respiración es vapor eufórico que sube retorciendo un blanco engullido. Sigo dando pasos, larvas que me aproximan al cielo. ¡Oh! Me cruzo con un ser que levanta un cartel de madera. El cartel reza:

BUSCO A UNA NIÑA QUE SE AGARRA A UN ÁRBOL MUERTO Y LLORA DESCONSOLADA, LLEVA UN VESTIDO VERDE CON BORDADOS AMARILLOS, CANTA COMO LOS ÁNGELES Y SI LA HACES REÍR DESAPARECERÁ. SOY SU DIOS.


Me extraña que el ser con aspecto de barco (no lo intentaré, es indescriptible) no la vea. Curiosamente, esa misma jovencita está justo detrás de él. ¡Se está alejando de ella! Chillo: "¡Oiga, que está ahí, a su espalda!", pero la cosa balbucea crípticamente: "Detrás de mí no hay amor...", y sigue adelante, levantando aún más el cartel.

Como bien dice la inscripción, la niña del vestido verde se aferra un tronco seco y lo cubre de lágrimas. Su pecho y sus hombros se sacuden con violencia, en las convulsiones del llanto. Me acerco a ella y los lamentos se detienen en seco. Su cara mojada e hinchada se vuelve hacia mí con leve sonrisa. Suspira.

Son 30 euros la hora.

Salgo corriendo, ella ríe, plateada y minusválida.

El camino cruje bajo mis pies. La niña puta queda lejos. A lo lejos se escucha una música que me inclina, me obliga a mirar dentro de un pozo de rojos famélicos. Camino, camino, paso, paso. ¡Oh! ¿Será posible? Unos ancianos están sentados en el suelo, cogidos de la mano. A veces se miran fijamente. El hombre parece a punto de decir algo inmenso.

¡Te... te quiero!

¿En qué te basas?

¡En el suelo!

¡Estás errado!

Te quiero...

Pues que sepas que ¡yo a ti también!

¿Sí? ¡Oh, soy feliz! Pero... ¿y mañana?

Mañana, quién sabe... ¿No tienes nada mejor que mañana?

Sí. El mar.

Algo empieza a retumbar a lo lejos, y los estruendos me impiden seguir la conversación. Son ensordecedores, atragantados, sofocados y musicales, parece que un dios hace gárgaras, hasta que lo veo. Una ola inmensa se eleva por encima de la línea horizonte. Es negra, es el mar entero que viene a nuestro encuentro. ¡Ya llega! No desesperar. Esta ola es hermana de otra que se tragó a mucha gente a la que yo quería. La saludo.

¡Hola, ola...!

¡SOY LA FATALIDAD, SOY INTRANSIGENTE, NO ME SALUDES!

Si me vas a abrazar igual...


*
«Improvisación»

mi cita con la muerte es: "no será tarde"

vértigo enterrado en luz, vértigo de Luna que esta ahí, descalza y sin embargo despierta en tus ojos -péndulo-obstáculos de aire, tus ojos donde hierve el polvo, firmamentos de polvo sólo revelados por rayos suspensivos... 

sobre las nubes y las frías montañas  hay un abismo que llaman caminar sin ti
sobrevivir con una lámpara entre los dedos,
es complicado reir con una lámpara entre los dedos,
es tan difícil sobrereír con una lámpara entre los de...
Y si esta frase no acabase nunc....
Y si yo me...
...
(RUIDITO)

Cuando estás conmigo
no puedo encontrarme
en los ataúdes-calendarios de mi sed vacía como la Luna,
ni en las cunas cadáveres 
que el silencio pierde:
morituri te salutant.
Ya no viviré ciego bajo un cielo de leche, 
diciendo: quién es este niño
de quién es esta sangre
.

Tranquilo.... cálzate la lluvia. Te llevan tanta ventaja aquellos que se agarran (dicen es mi vida, es tu vida, y ya todo se arregla con esos determinantes pero la vida no es de nadie, no existe el valor de hacerla nuestra, sólo puedes dejarla ahí tirada, en un lecho de hojas despiertas), a ciertas cosas....

TRANQUILO, no llores junto a la cuchara. No dejes que eso ocurra de nuevo... momentos despiadados....

Eleva un grito hacia el sol virgen que ya se asoma, es el ALBA (ese animal desgraciado que llora el negro habitar de la noche en su cuerpo roto................roto...................en dos mil soles diminutos que se masturbaban por ley).

Hay distancias que hipotecan mi alma. Las guías telefónicas. Hay puntos suspensivos que llevan del nombre... al número. Los cubiertos (con los que puedes agarrar cosas muertas sin tener que tocarlas. A veces es complicado y contradictorio, porque esas cosas están muy tristes y se mueven un poco, arrugan la barbilla y lloriquean),y hay otra distancia horrible que me lleva hasta mi yo de mañana, y otra horrible distancia que me arrastra hasta mi yo de ayer. Mis días son como un bichito que muere en cuanto lo rozas.


Me derrumbo con músicas que están de acuerdo con la destrucción, todos nos damos cordialmente la mano y entramos en tropel a la sala siguiente, de la que no habremos de regresar jamás.

Algo así como eso peludo que debería ser tu alma, por lo menos, se sumerge en tachones que cargan con el murmullo: "...morituri te salutant...", nadie, nada, nunca, no. El cielo se muere.

Yo no puedo más, continuamente. Es incierto, son complicadas las influencias nauseabundas.
Es tan misterioso el país de lágrimas… 
A. DE SAINT EXUPÉRI 
El Principito

Mis ojos son el resto de las salamandras
en un día
tenue abierto sobre ti Inexistente
en un día
Octubre y la nieve venía
Suerte de filosofía muerta en el espejo

un gran contrabajo se quedaba junto a mí
se quejaba
vertido Desde sus profundidades
inminentes olas como chozas
árticas inventadas por el viento

y mis ojos viven y vienen Suerte de
mustio intento de rasgo
incauto vertido Desde sus horizontes
como Algos que hay que sobrevivir

lejos

y queda el resto de los peces en la playa
distorsión bendita
vendida sobre todas las murallas
que me apocan Hacia

el juego de las inexactitudes
el juego de lo inservible
Hacia tus ojos cucarachas de hielo
lo único que no existe
aún
el líquido incógnito de la muerte

por qué
no
vienes

es tarde...
¡amanece tarde!
amor séptico
pero la siempre decepción de los árboles 
que se derriten sobre el camino tensado
(la página dos)
(la página dos)
LA QUINTA TROMPETA:

escorpiones de viento anidan en mis ojos
la muerte huye de mí

y tú
vienes...



*
«Anoche»

Ayer pasé una noche muy entretenida. Había comprado cerveza, y la Luna brillaba tanto que el cielo parecía gris. No quiero confundir al lector: no había nada de glorioso en mí anoche. Me metí en un parque sin farolas, y desde alguna parte de la oscuridad un perro empezó a ladrarme, extrañado de mi presencia. No se atrevía a acercarse ni a alejarse. Yo apenas podía verlo, a lo lejos, era una sombra sin dueño. Al final silbé muy alto y vino, me lamió la mano un buen rato, se tranquilizó y se quedó conmigo. 

Más tarde empecé a reparar en la Luna, que relucía de una forma dolorosa, tan arriba. Mis ojos, como atrapados en una fosa, no podían apartarse de ella, y empecé a llorar sin saber muy bien por qué. Aunque miento: el llanto no era desconocido. Había bebido rápido, y el cielo se tambaleaba delante de mí, con todas sus nubes como jirones de ropa de hospital, yo balbuceaba el principio de alguna canción inventada... ¡Qué fácil sería burlarse de mí ahora! Yo mismo lo hago, e incluso creo que he nacido para ello, pero en ese momento, extasiado como estaba, ni un paraíso hubiera servido para detenerme. Me eché a llorar porque nunca volvería a ver a mi abuelo, porque estaba enamorado y también porque mis padres habían discutido esa mañana. Y en el edificio de enfrente las ventanas orquestaban una inconsciencia parpadeante y azul. El perro me observaba con interés borracho, y tenía un oasis en cada ojo.

En ese momento me levanté como si hubiera decidido algo. Dislocado como estaba mi espíritu, me acordé de Kafka. Sentí que esa noche yo debía generar alguna situación hermosa o inquietante en el mundo. En realidad, me dije, yo no quiero ser escritor. Quiero ser profeta. Me encaminé hacia esa calle de mi pueblo donde se concentran los que se divierten. El perro todavía me seguía. El griterío se oía desde muy lejos. Yo tengo un martillo muy poderoso, que llevo conmigo siempre que salgo por las noches, porque me conozco. Lo agarré por el mango de goma negra y empecé a golpear los coches a mi paso. Rompí algunos cristales, y desencajé algunos retrovisores. Cinco o seis alarmas ya sonaban con estridencia, y sofocaban el grito de aquella calle a la que me dirigía. El perró huyó dando ladridos de protesta. Guardé el martillo, y vigilé. La policía no iba a tardar mucho. 

Una vez en la calle, el escenario era el habitual: algunos sujetos desperdigados por un suelo manchado de vómito, y otros, los más, reunidos en grupos, celebrando o simplemente exclamando cualquier cosa. ¿Se reúnen para celebrar, o celebran para reunirse? El caso es que uno de estos individuos que estaba tendido sobre su propio vómito me llamó la atención. Parecía estar meditando, tenía el ceño fruncido y la mirada perdida. Parecía ya mayor, con una larga barba blanca, y vestía ropas extrañas, como una toga blanca con bordados dorados. Supuse que venía de una fiesta de disfraces. Me senté junto a él, aspiré una bocanada de aire hediondo y le pregunté.

- Qué, ¿noche dura, verdad?

- ¡Qué va, qué va! Es mi noche.

- Jaja, sí, sí...

- ¡No, no! De verdad. Todo esto sucede gracias a mí.

- ¿Y cómo es eso? -repliqué, ahora extrañado

- Bueno, aunque no lo creas, tienes ante ti al creador del universo.

- Uf, eso no lo pueden decir todos. Y... ¿qué te trae por aquí?

- ¡Je, je, je! tienes sentido del humor. Bueno, ¿y dónde esperabas encontrarme? Yo no veo ningún otro templo cerca- señaló la discoteca llamada "Anubis" - Como me dijo un señorito sabio y afligido, "es suicida no entrar en el templo"...

- Oh, ya veo, creo que conozco a ese hombre... pero oye, ¿y qué hay de los templos en ruinas?

- Las ruinas también son un templo. Por eso estoy aquí.

Entonces me enfadé, y le dije delicadamente "bueno... adiós, criminal" Por muy importante que fuera, me pareció un incompetente, un trilero. Mientras yo me alejaba, él cantaba una canción en inglés:

there is a bridge in the sky
full of gold, full of death
and this is past
there is an eye in the sky
white and bright
this is last night...

De vuelta a casa, vi dos patrullas de policía en la calle donde había hecho ese destrozo. Las alarmas habían dejado de sonar. Mantuve la mirada de los hombres uniformados, lo hice con una sonrisa boba e ingenua. Uno de ellos se acercó a mí y me pidió que abriera la mochila. Con parsimonia, abrí la cremallera, saqué un libro de Dostoievski y se lo planté en las narices.

- Es todo lo que llevo. Crimen y castigo. Dostoievsky

- Oh, ¡SÍ! Yo leí hace poco uno, los juegos del hambre... -me contestó el policía, un poco aturullado.

Yo ya estaba dando pasitos para alejarme, y el hombre murmuró, "buenas noches..."








*
«…»

Quejarse es esperar. Esta noche, sucio, puro, me harté de mi desgracia reluciente. Por fin la vacilación desaparece. Teorías, morid, sé decir una frase entera. E incluso dos: Te amo. Me desmorono. ¿Qué es esta pregunta?

Niño               Curiosidad            Muerte                

Abuchean o admiran al ahorcado. Nadie le saluda, ni le da los buenos días.

Tienes miedo sólo cuando dejas de tenerlo. Menos mal que a veces la música nos convierte en presos escuchando música. 

 


*
«SUSURRÓMETRO»

¡Dioses, os invoco a todos, impostores, amigos míos, vosotros inmortales que poseéis algo, y sobre todo a ti, la simpática muerte... mi reina, mi aspiradora!
Santiago Gutiérrez 
"Adiós mundo croac"


I

En esta tumba sólo quedo yo

todos los demás huyeron

al ver que había esperanza.




II


¡Qué fácil es imitar a los planetas! tan solos y cobardes hijos del eco...

qué difícil es decir amor, como sí hacen en secreto las tuercas mitológicas de mi alma...


III

¿Todavía soy una pesadilla?

las sombras y sus víctimas se están mezclando en la noche

el viento dice "no me quiero morir"

y todas las locuras parecen ocupadas

por eso nace otra

se parece a mi nombre.


IVIVIVIVIVIVIVIVIVIVIVO





*
«…»

En estas noches largas
creadas por un ciego
mis ojos se disuelven
y te ven: estás riendo
descalza en el infierno
de las flores.

nacimiento remoto
música de muerte
el olvido te escupe
de regreso a la tierra
más extraña de todas
el polvo se reúne
en otro corazón
desconocido



*
«Érase una vez una pesadilla»

Desperté cubierto de sudor y agitando los brazos entre las mantas, como queriendo alejar a una visión asquerosa. Había tenido una pesadilla, aunque en realidad sólo era la utopía de las moscas. Precisamente, estaba soñando que las moscas tenían sentimientos y esperanzas... En concreto una de ellas, la más visionaria, pensaba en cómo sería su mundo ideal, y desafortunadamente mi sueño se introdujo en el pensamiento del insecto... Jamás pude imaginar lo terrorífico que puede ser el paraíso de otros.

Desperté desolado y sin rastro de sueños, aburriendo a Dios. Después del desayuno, me acicalé y quise salir a trabajar. Como no recordaba cuál era mi trabajo en este desastroso mundo, seguí a todos los demás y al final fui a parar delante de un enorme edificio gris, con aires de hastío imperial. Me puse a la cola. Cuando llegó mi turno, me subieron a una cinta transportadora, y entonces empecé a oír los gritos. Al fondo de la cinta brillaban unas cuchillas afiladas.

Desperté a su lado en mitad de la noche, respirando aceleradamente. Ella abría los ojos, despertándose a la vez que yo, y me abrazaba mientras yo recordaba mi pesadilla. La ventana tenía dientes; era una ventana carnívora. En el sueño me sentía suicida, así que me asomaba a ella y comprobaba con espanto cómo el universo entero era un péndulo con aspecto de matadero. Pero era difícil tener esa lección presente ahora que regresaba junto a ella. Parecía como envuelta en cielos sin salida: con los ojos entrecerrados, se revolvía, ¡murmuraba música! y yo, sin darme cuenta, quise caer. Estaba empezando el invierno, también noté eso: el contacto de las pieles era estremecedor...

Desperté, o quizás no, aún no puedo saberlo. Escribir en este supuesto papel me ayuda a no perder el juicio: ahora mismo el demonio se ha escondido en mi armario. No me molestan sus cuernos, su cola, o esos ojos veloces y desorbitados. Lo verdaderamente horrible es que tiene whatsapp, twitter, facebook, instagram... Mi móvil lleva horas repiqueteando, continuamente, informándome de toda esa extraña vida suya dentro de mi armario. Lo tengo guardado como "Princinieblas", porque "El príncipe de las tinieblas" no cabía. Quiero despertar. Ayúdenme, seres de fuera.

Desperté, pero me di cuenta de que no duermo nunca, porque ¿y si soy letargo compuesto por multitud de espasmos incontrolables, algo así como un reloj de sueños? ¿Cicatrices que deja un sueño? Me he fijado en que los relojes de la Renfe no marcan los segundos, sino que las agujas fluyen sin detenerse nunca: así debe ser. ¿Qué es eso de que el tiempo late, respira, tiene ritmo? ¡Ni una sola manía tiene el tiempo! No hace más que pasar, y pasar, e ir descartándonos a todos: tú no, tú tampoco, tú ni hablar... Pero yo también lo descarto a él, aunque no sé cómo: ¡que se vaya a paseo! Ojalá no lo necesitara nunca. Soñar es mejor, a pesar de las pesadillas.



*
«Noche sin viajes ni fin»

Antes de nacer, fluía por las venas de algún dios. Ahora él se ha desnucado y soy el charco oscuro deslizándose en todas direcciones desde su herida.

Confieso que pisan un rostro sin esperanza, que un recién nacido sin ojos flota río abajo. Han atado a esa mujer para enterrar en ella su alma podrida. Confieso que mi inmenso hogar sólo es un colador, destino de los males, un ángel sobre el que orinan las leyes de la naturaleza. "No existe hogar verdadero."

(No puedo soportarlo. ¿Por qué sí puedo?)

Los días significan ceguera como el petróleo fluye trazando muerte sin caminos. Sigo sintiendo un campo abierto salpicado de supersticiosos ejércitos. Hablemos, pero estoy sangrando y estoy irrespirable como un claro en el bosque de lunas.

Al caer sobre la arena, la lágrima deja un nuevo vacío, huella de embestidas remotas e incontrolables. Puesto que nació, recorrerá el humo miles de veces. Aniquilación enfrascada en palacios. A lo lejos las nubes están decretando mi próximo pensamiento.

Que brilla inevitable. No tiene fin el alba que me inunda. Tu nombre podría ser mi nada. Un rostro acechado por la primavera. No te estoy rezando, pero sí temo que desaparezcas.


Weltschmerz
Mueren en sus puestos
los momentos suicidados
unos sobre otros
despeñándose
los unos a los otros
despellejándose. 

Dios terriblemente optimista
Dios ciego autosuficiente,
solo
en presencia de la vida
solo
en ausencia de la muerte
dentelladas de ángel al fuego falso
bibliotecas hundidas de mierda
realidad desnutrida
carencia de vientos.

Consciencia
Extirpé el abismo a un cascabel
su abismo alegre y tintineante
calla ahora en mis manos
muerta desnudez frente al espejo
horrible silencio de ojos
que perfora la noche
y la locura parece viable
cuando todo es exorcismo, prostitución
ahuecarse y venderse
caer en ombligos
ser impostor en tu cuerpo
glaciación de destinos
dispensador de abismos
ser inútil, al fin,
yo y mi sobresalto
discapacitado.

Vuelito
Ojos negros y pequeños
como antiestrellas
ojos de odio y tiempo
supuran el telón raído 
de un teatro infinito.
Engullo exhalaciones pútridas,
engullo todo lo que esta asquerosa
ciudad
me escupe
engullo el puré frío de la noche,
en tus ojos cálidos de cristal.
Fácilmente caerá la sombra animal
sobre los enfermos de la vida,
caerá como un beso que retumba,
pero qué es vivir sino no necesitar
razones:
en cuanto comprendes
que faltan todas
te derrumbas.

Abuelito
Ancianos labio sobre labio,
arruga sobre arruga,
los diluvios aislados abuchean en sus oídos
¿seremos viejos malgastados a orillas del camino?
La afonía me devora,
los monstruos fermentan en mi cabeza.
Quiero ser desterrado
quiero desterrarme.



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